Reclamo de forma

por Escudero

La cultura es el entramado de significados que las sociedades construyen para dar sentido a su existencia. Más que un conjunto de expresiones aisladas, es un sistema dinámico moldeado por las tensiones políticas, económicas y sociales de cada época. En este sistema, los valores, prácticas, símbolos y conocimientos configuran la identidad de una comunidad conectada con su entorno proyectando sus posibilidades futuras.


Clifford Geertz, en La interpretación de las culturas (1973), describe la cultura como un “sistema de significados entrelazados” que organiza el comportamiento humano y lo dota de coherencia. Esta red de significados no es estática; responde a los desafíos y transformaciones históricas, adaptándose constantemente a las nuevas condiciones. En este contexto, la cultura no solo refleja la realidad; la organiza, transformándola en un proceso colectivo de creación y acción.


Desde la perspectiva de Claude Lévi-Strauss, la estructura subyacente de la cultura opera a través de oposiciones binarias que permiten organizar el caos del mundo en un sistema comprensible. En El pensamiento salvaje (1962), Lévi-Strauss plantea que las prácticas culturales, como los rituales y las tradiciones, son dispositivos cognitivos que estructuran la realidad de las comunidades humanas. Esto resuena en México, donde la diversidad cultural se organiza en sistemas que reflejan una interacción constante entre lo moderno y lo tradicional, lo local y lo global.


En el caso de México, el siglo XX fue un periodo de intensas transformaciones que ilustran cómo la cultura opera como un sistema dinámico que conecta disciplinas, tradiciones y vanguardias para articular nuevos lenguajes; Durante este tiempo, los ejes fundamentales de la cultura —como el arte, la literatura, las prácticas culinarias y los rituales comunitarios— se entrelazaron para responder a las tensiones sociales y proyectar nuevas configuraciones culturales.


Los agentes contemporáneos y su impacto en la cultura


En el contexto cultural actual, los agentes de transformación —artistas, escritores, académicos, galerías, colectivos y movimientos independientes— han moldeado la manera en que se produce, difunde y percibe la cultura en México. Sin embargo, este ecosistema no está exento de tensiones. Las dinámicas de exclusión, la centralización de recursos y el predominio del mercado sobre el contenido han generado un panorama cultural complejo, donde la riqueza creativa de México convive con brechas de acceso y visibilidad.

El “Reclamo de Forma” propone un marco para cuestionar y reestructurar estas dinámicas, destacando el papel de los agentes contemporáneos como impulsores de conexiones significativas y promotores de una acción cultural más inclusiva y diversa. Este capítulo explora las tensiones, logros y posibilidades que definen a los actores culturales en México, desde las prácticas literarias y artísticas hasta las estructuras institucionales que median su impacto.


Literatura contemporánea: narrativa y resistencia


La literatura contemporánea en México se encuentra en un punto de inflexión, donde la experimentación formal y la crítica social coexisten como ejes fundamentales. Autoras como Valeria Luiselli y Fernanda Melchor, junto con escritores como Emiliano Monge, han utilizado sus narrativas para articular las fracturas y tensiones de un México que enfrenta desigualdades estructurales, violencia y migración.

Luiselli, en Los niños perdidos: Un ensayo en cuarenta preguntas (2016), aborda la crisis migratoria desde un enfoque profundamente humano, conectando experiencias individuales con estructuras sistémicas de exclusión. Su estilo mezcla ensayo y testimonio para crear una obra que no solo informa, sino que moviliza emocionalmente al lector.

Por otro lado, Fernanda Melchor, con Temporada de huracanes (2017), construye una narrativa visceral que denuncia la normalización de la violencia en las comunidades marginalizadas de México. Su lenguaje crudo y su estructura no lineal reflejan el caos social que describe, convirtiendo su obra en un acto de resistencia que desafía las nociones tradicionales de la literatura. Estas voces emergentes amplían el horizonte literario, pero también ponen de manifiesto las brechas persistentes en el acceso y la visibilidad de otros escritores y escritoras. La centralización de editoriales y la concentración de recursos en las grandes ciudades limitan la diversidad de perspectivas, creando un ecosistema literario donde muchas voces aún permanecen silenciadas.


Artes plásticas: dinámicas de exclusión y potencial transformador


El panorama de las artes plásticas en México combina logros extraordinarios con retos estructurales. Galerías como Kurimanzutto y Labor han proyectado a artistas mexicanos a nivel internacional, consolidando a la Ciudad de México como un epicentro del arte contemporáneo en América Latina. Sin embargo, estas dinámicas también han perpetuado un modelo centralizado que excluye a muchas comunidades artísticas fuera de los circuitos establecidos.

Artistas como Teresa Margolles y Tania Candiani han utilizado sus prácticas para confrontar estas dinámicas. Margolles, en proyectos como ¿De qué otra cosa podríamos hablar? (2009), aborda la violencia y el duelo desde una perspectiva que conecta lo personal con lo político. Sus materiales —que incluyen restos de escenas de crímenes y telas impregnadas de sangre— son actos culturales que no solo denuncian, sino que organizan significados en torno a la memoria y la resistencia.

Candiani, en cambio, utiliza el sonido y la tecnología para cuestionar narrativas hegemónicas y proponer alternativas. En Five Variations of Phonic Circumstances and a Pause (2015), explora la relación entre el lenguaje, la memoria y el espacio, generando conexiones interdisciplinarias que amplían el alcance de su obra.

Estas prácticas ejemplifican cómo las artes plásticas pueden operar como herramientas de crítica y transformación cultural. Sin embargo, el circuito de galerías y museos en la Ciudad de México sigue reproduciendo una lógica de exclusión que limita el alcance transformador del arte al restringirlo a un público reducido y económicamente privilegiado.


Centralización cultural y exclusión regional


La Ciudad de México ha consolidado su posición como un centro neurálgico para el arte contemporáneo, la literatura y la cultura en general. Espacios como el Museo Jumex, el MUAC y ferias como Zona Maco han fortalecido la proyección internacional de la cultura mexicana. No obstante, este fenómeno ha generado un desequilibrio, concentrando recursos y visibilidad en unas pocas zonas urbanas mientras otras regiones permanecen al margen.

Estados como Oaxaca, Chiapas, Hidalgo y Puebla poseen una riqueza cultural inigualable, pero enfrentan barreras para integrarse plenamente al ecosistema cultural nacional. Colectivos como Lapiztola en Oaxaca y proyectos independientes en Chiapas han demostrado que las prácticas culturales en estas regiones tienen un potencial transformador inmenso, pero carecen del apoyo estructural necesario para sostenerse y amplificar su impacto.

El “Reclamo de Forma” plantea la descentralización como un eje fundamental para reorganizar el panorama cultural mexicano. Esto implica no solo llevar expresiones artísticas a comunidades periféricas, sino también fortalecer las redes locales para que las prácticas culturales emerjan desde los territorios y se proyecten hacia contextos más amplios.


La importancia de la interseccionalidad en la acción cultural


La acción cultural contemporánea debe ser interseccional para responder a las tensiones de nuestro tiempo. Esto significa integrar voces diversas, incluyendo a mujeres, comunidades indígenas y sectores históricamente marginados, en la producción y difusión de la cultura.

Elena Garro, en obras como Los recuerdos del porvenir (1963), cuestionó las estructuras de poder patriarcales y propuso nuevas formas de narrar la historia colectiva. Su legado, junto con el de autoras contemporáneas como Cristina Rivera Garza, subraya la importancia de incluir perspectivas diversas en la construcción de sistemas culturales más equitativos.



Propuestas del “Reclamo de Forma” para la acción cultural contemporánea

1. Descentralización cultural

Crear redes regionales que fortalezcan las expresiones artísticas fuera de los grandes centros urbanos, conectando comunidades locales con circuitos nacionales e internacionales.

2. Inclusión interdisciplinaria

Fomentar colaboraciones entre disciplinas como las artes culinarias, la literatura, el diseño y la música, generando narrativas integradoras que reflejen la diversidad cultural de México.

3. Educación y mediación cultural

Diseñar programas educativos que conecten a las comunidades con las prácticas culturales contemporáneas, cerrando las brechas entre creadores y audiencias.

4. Fortalecimiento de prácticas sostenibles

Integrar principios de sostenibilidad en todas las formas de producción cultural, desde la elección de materiales hasta las dinámicas de difusión y consumo.

5. Impulso al coleccionismo inclusivo

Promover un coleccionismo que no solo valore las obras por su estética o valor económico, sino por su capacidad para generar impacto social y cultural.